Se lo conoce como “la timidez de los árboles” y es un fenómeno botánico en el que las ramas y las hojas de los árboles crecen, pero jamás se topan con las de otro árbol formando así unas bellas grietas en las alturas. Parece que quieran guardar la distancia o evitar el contacto con sus vecinos. Existen varias teorías al respeto que van desde las causas genéticas o la abrasión producida entre las hojas cuando se rozan, a otras más ambiciosas que sostienen que se trata de una forma de cooperación en la que los árboles se ayudan entre sí permitiendo el paso de la luz o evitando la propagación de ciertas especies de insectos nocivas para ellos. No es mi intención hablar de botánica —a mí se me mueren hasta los cactus—, pero como soy una tímida de manual no me queda otra que buscarle cierta belleza al asunto.